jueves, 28 de abril de 2011

CONFIESO MI PECADO


CONFIESO MI PECADO


Puede ser que hayamos oído decir:
“Dios aborrece el pecado pero ama al pecador”.


Es cierto. Todo pecado es repudiado por Dios. Pero, por su gran amor al pecador, Jesucristo murió en la cruz del calvario para ser nuestro Salvador y no debemos olvidar que aunque cometamos el peor de los pecados, podemos acudir a sus amorosos brazos y recibir el perdón de todos nuestros pecados, siendo bautizados en el nombre de Jesucristo.


Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1ra. Juan 1:9


Perdóname, Dios mío Salmo 51 David compuso este Salmo después que tuvo relaciones sexuales con Betsabé. El profeta Natán lo reprendió por ese pecado de adulterio. Y dijo David

  1. Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis         rebeliones.
  2. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
  3. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.
  4. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio.
  5. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.
  6. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
  7. Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.
  8. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido.
  9. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades.
  10. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.
  11. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu.
  12. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.
  13. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.
  14. Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; cantará mi lengua tu justicia.
  15. Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza.
  16. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto.
  17. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
  18. Haz bien con tu benevolencia a Sion; edifica los muros de Jerusalén.
  19. Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.



Tomado de: Boletín Buenas Nuevas
Iglesia: Central de Bogotá